Edificios, gente, bullicio y calor… esas son las cuatro palabras con las que hubiese descrito la ciudad de Shanghai si me hubieran preguntado el primer momento en que llegué. Tras sólo una semana en esta gran ciudad, puedo decir otras cuatro palabras que la definen mejor aún: progreso, oportunidades, diversión, grandeza.
Un clima cálido y húmedo te abofetea sin piedad nada más bajarte del avión; bofetada que te acompañará todos los días de tu estancia, sobre todo si viajas en verano, pero que gradualmente va siendo más soportable hasta el punto que incluso deja de importarte. No obstante, nunca dejarás de agradecer vivir en el siglo XXI con instalación de aire acondicionado en casi todos los edificios, metro, autobús, etc.
Shanghai es una ciudad que supera los 20 millones de habitantes, siendo además el corazón financiero de China. Tal combinación no puede desembocar en otro paisaje más bonito e impresionante (a mis ojos) jamás construido por el ser humano. Interminables filas de edificios se alzan en el horizonte, quedando los edificios más bajos (de hasta 20 plantas) ocultos por los más altos. Dependiendo de la zona los hay más o menos bonitos; sin duda alguna los mejores y más impresionantes se encuentran en Lujiazui, donde me cuentan que hace 20 años era todo huertos. Yo, que he vivido casi toda mi vida en una casa de dos plantas, vivo ahora en la planta 30, y trabajo en la 20.
El transporte en la ciudad funciona bastante bien; con la tarjeta de transporte público puedes usar cómodamente el metro, autobús, tranvía, ferry… ¡incluso pagar el taxi! Que por cierto es bastante barato, y desde luego fundamental para esas noches de fiesta en las que terminas dios sabe donde. Para ir a la oficina y en general moverme por la ciudad yo suelo usar el metro pues suele ser lo más rápido (sobre todo para largas distancias). Eso sí, no está hecho para claustrofóbicos, sobre todo en horas puntas, en las que da la sensación que están evacuando la ciudad o de que estás en medio de una manifestación. Pero creedme cuando os digo que en unos días te acostumbras (de hecho yo ya voy mirando el móvil, con la música puesta y a mis cosas).
Pronto os comentaré como es la vida laboral por aquí y, por supuesto, como nos lo montamos los fines de semana.
¡Un saludo!
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